La crisis sanitaria global exigió que muchas de las categorías de análisis y caminos para la acción y gestión institucional resultaran inadecuados, insuficientes y hasta imposibles de ejecutar.
Es por ello que se explicitan algunos aspectos que actualmente sostienen las decisiones:
De cara a este nuevo desafío el soporte tecnológico hizo posible que se respetaran tiempos y procesos, en la medida de lo “esperado”. Con una profunda defensa a la universidad pública, no queríamos estar ausentes como institución, o “en pausa”, como decidieron facultades de otras provincias. Con la incertidumbre de los tiempos de crisis, con la imprevisibilidad de sus comportamientos, con el desconocimiento de las consecuencias, quisimos estar presentes en la vida cotidiana de la comunidad educativa, intentando estrategias para la no presencialidad, para llevar adelante la docencia, misión principal de la Universidad.
Estamos convencidas que ello no es comparable, ni siquiera buen sustituto de procesos presenciales, pero con ellas intentamos acercar actores, posibilitar la comunicación y sortear el espacio y las dificultades horarias. Estas estrategias aportaron hasta ahora:
- presencia institucional y poder brindarnos como un espacio de encuentro y contención disponible.
- acompañamiento, con los tiempos algo ralentizados, a la situación de cada actor.
- interconectividad (en tiempo real o pautado).
- escalabilidad, es decir, en algunos espacios y temas, la capacidad de expandirse y contraerse adaptándose a la reconfiguración de la estructura curricular.
- universalización o acceso a la información lo más cercana a lo que se podría hacer en “momentos sin Covid-19”.
- flexibilidad, que significó pensarnos desde otro lugar, con otras maneras, con otros tiempos y caminos.
Asimismo, se impulsaron procesos y mecanismos de indagación y sistematización de información de los distintos claustros, generando registros con datos, situaciones y problemáticas de los estudiantes, docentes y personal de apoyo para comenzar, permitiendo tomar decisiones con el conocimiento del “otro”.
Repensar las relaciones políticas y los flujos, ya que la dinámica institucional plantea formas flexibles de adaptación y rápidas para la toma de decisiones y de ejecución. Este escenario de pandemia planteó algunas decisiones muy estrictas devenidas de expertos y de autoridades superiores. Pero en el camino de implementación de las medidas, nos encontramos con la necesidad de la consulta permanente y con la indagación del camino hecho por otros, para enriquecernos de sus experiencias y poder generar las propias. Decidir con responsabilidad fue la consigna, entendiendo que cualquier apresuramiento o presión puede ser contraproducente.
El aprendizaje colaborativo, “se aprende haciendo”. No son posibles las mismas estrategias de planificación ni de la gestión proactiva en los escenarios donde las variables son de gran magnitud e inciertos sus comportamientos. A pesar de ello, intentamos no parar, para poder aprender y pensar respuestas lo más creativas y efectivas entre todos, para atravesar la crisis del mejor modo, donde todos estemos dispuestos aportar con generosidad desde su lugar.
Empatía, sentir con el otro. Lo que implica un paso previo: conocer al otro. Por eso se destinaron recursos para relevamientos e intentamos flexibilizar las condiciones en virtud de las situaciones diversas. Tanto de los estudiantes, como de los docentes y personal de apoyo académico. El estrés, la frustración y el desaliento lo sentimos todos los miembros de esta comunidad. Todos debemos aportar la cuota de comprensión y solidaridad para con los demás.
Especialmente, se puso sobre la mesa la gestión de conflictos: la capacidad adaptativa. Lamentamos no haber contado con el tiempo suficiente para explorar y planificar más alternativas, la pandemia llegó y cambió el rumbo casi inmediatamente. Debemos aceptar y asumir con humildad, que cualquier camino será insuficiente. Porque de lo que se trata es de competir con el encuentro, con la presencialidad, con los intercambios entre pares: con nuestro “mundo conocido”, con sus posibilidades y límites, pero al menos “conocido”. Por eso, este plan b nunca resultará de lo mejor, porque la crisis sanitaria no fue algo elegido ni buscado. Además, cualquier camino sería insuficiente porque no estaban dadas las condiciones para ningún cambio. Todos los días, en las aulas, se luchaba contra la desigualdad. Esto no hizo más que profundizar esa desigualdad en los momentos actuales. Es por eso que nuestro empeño y decisión es disminuir la brecha con todas las acciones y recursos disponibles y así no cruzar los brazos sino continuar con la lucha de hacer más igual lo desigual.
Debemos ahora, esforzarnos por encontrar todos los puntos de convergencia posibles, incluyendo “acuerdos mínimos” basados en el criterio de que cualquier acercamiento colabora para una situación que nos tocó a todos (si bien no del mismo modo, ni con la misma gravedad).
Es indispensable tener en claro objetivos o metas comunes. En nuestro caso: preservar la salud de cada miembro de nuestra comunidad, disminuir el riesgo, esperar con las menores consecuencias la llegada de una vacuna que permita contar con alguna protección. Además, mientras tanto, continuar construyendo futuros, no dejando de trabajar, de estudiar, de avanzar, aunque sean pasos lentos, más difíciles, más pesados.
Algunas estrategias hasta ahora fueron:
Estrategia interdisciplinaria, anteponemos los informes expertos relacionados con la pandemia, los análisis que desde diferentes posicionamientos aportan a alumbrar un poco el futuro inmediato.
Estrategia de la incorporación del conflicto, se trató de pensar los conflictos (y la crisis mayor), como situaciones para crecer y reflexionar. El conflicto, en general, evidencia trabajo, con los límites sensatos de que todos los actores aportaran desde sus mejores intenciones, no desde mezquinos espacios de poder o individualismos.
Estrategia de la incorporación de la cooperación y solidaridad, no es posible atravesar esta crisis sanitaria sin pensar en el cuidado del otro, con la cooperación, colaboración y solidaridad que revelarían el costado más humano de nosotros. Es tiempo de procurar construir caminos compartidos.
Dra. Ana María Sisti, Dra. Ximena Erice.