Estudiantes que realizaron sus prácticas a lo largo de este año tuvieron su cierre a través de un ateneo en el que contaron sus experiencias. Fueron once estudiantes de cuarto año del Profesorado Universitario de Pedagogía Terapéutica en Discapacidad Intelectual-Orientación Discapacidad Motora y del Profesorado Terapéutico de Grado Universitario en Discapacitados Mentales y Motores.
Acompañaron la exposición, además de las estudiantes y profesoras a cargo del espacio, Valeria Vigo y Leticia Vázquez; la directora del Profesorado Universitario de Educación Inicial Marcela Mirchak; Mariela Farrando, directora del Profesorado Universitario de Pedagogía Terapéutica en Discapacidad Visual; y María Isabel Iglesias del Departamento de Orientación Educativa.
Vazquez explicó la profundidad alcanzada en el análisis del proceso de intervención “el escenario virtual posibilitó ampliar el desarrollo de habilidades y competencias transferibles a situaciones futuras, logrando evidenciar la eficacia del encuadre pedagógico terapéutico como identidad del rol profesional, posibilitando la diversificación de contextos de participación profesional”. Es decir este contexto de pandemia nos permitió tanto a los estudiantes y a nosotras como docentes, descubrir las posibilidades que nos brinda la virtualidad, en tanto escenario posible de práctica profesional pedagógico- terapéutica”, afirmó.
Valeria Vigo se mostró agradecida por el compromiso y dedicación de los estudiantes para garantizar la calidad del servicio de pedagogía terapéutica de la Facultad, lo que evidencia la excelencia de la formación de grado. "Agradecer especialmente a cada usuario por su participación activa y orientación para continuar construyendo un espacio de educación permanente que favorezca trayectos centrados en los intereses y necesidades de los proyectos de vida de las personas adultas con discapacidad intelectual, enmarcados en los indicadores de calidad de vida, salud mental y ejercicio de derecho", añadió.
Marcela Mirchak, por su parte, destacó el proceso de prácticas sostenidas en torno a un usuario y lo significativo que son los aportes que la experiencia puede dejar a futuro, sobre todo en este contexto donde todo fue virtual. "El registro desde varios aspectos y criterios es muy valioso, incluso a posteriori, para otros practicantes que quieran conocer este camino", indicó. Desde su perspectiva, Mariela Farrando, hizo hincapié en la complejidad que conllevo el contexto y la gran labor del equipo docente para sostener y concluir la práctica terapéutica.
En cuanto al proceso de trabajo en este contexto, la estudiante Carla Zanardi contó que fue un gran desafío. "A todos nos dio un poco de miedo, no sabíamos cómo íbamos a llevar a cabo nuestras prácticas, pero fue una experiencia bastante linda y nos ayudó a desarrollar nuestra mediación. Al no estar al lado de la persona ni poder utilizar lo físico como era habitual, tuvimos que desarrollar aún más las guías verbales de una forma más adecuada", para llegar a la persona y hacernos entender a través de la pantalla", indicó. Además, el estudiante Fernando Jasen recalcó la importancia del servicio que ofrece la Universidad a las personas y su relación con la reivindicación del rol del practicante. "Me llevo la valoración del rol, el hacer llegar el derecho al acceso a la educación y la llegada de la Universidad Pública a todos de distinta manera", afirmó.
Sobre las prácticas
El espacio de práctica está enmarcado dentro de un servicio educativo terapéutico gratuito que ofrece la Facultad de Educación. Está destinado a adultos con discapacidad intelectual y/o motora, algunos pertenecientes a la Institución THADI (Centro de Día Vespertino, ámbito de salud), y otros sin institución de referencia que concurren y acompañan desde hace un largo tiempo.
Al igual que en el primer cuatrimestre, se implementaron sesiones desarrolladas completamente en la virtualidad. Esto representó un doble beneficio: por una parte, las practicantes contaron con la posibilidad de brindar tele asistencia a los usuarios a partir del uso de distintas plataformas (Zoom, Meet u otras). Construyeron así el rol profesional a partir de esa experiencia y de los insumos recibidos durante su formación. Por otra parte, esta modalidad de intervención en la virtualidad propició y garantizó el acceso a la educación y formación permanente de las personas adultas con discapacidad intelectual y/o motora, que son los usuarios de este servicio, a pesar del actual contexto de pandemia.
En este sentido de modo ininterrumpido se cumplió con el propósito de este proceso de práctica: “Asegurar y garantizar el derecho en el acceso a la educación de las personas con discapacidad”, tal como lo establece en su artículo 24 la Convención Internacional de Naciones Unidas sobre los derechos de las personas con discapacidad.