Vilmar tiene 4 años y asiste a una escuela rural ubicada en el departamento de Lavalle en Mendoza. Presenta epilepsia, trastorno específico del desarrollo del habla y del lenguaje y retraso mental grave, expresado como Cisticercosis del Sistema Nervioso Central en su Certificado Único de Discapacidad. Su crecimiento se desarrolla bajo condiciones desfavorables, tanto sociales como económicas. Asimismo, su madre no tiene el lenguaje escrito aprendido, habla en quechua y español con dificultad y posee escasos recursos para acceder al conocimiento de la discapacidad de su hijo.
En este marco, un Proyecto de Extensión de la Facultad trabaja en la articulación de la familia y la escuela para lograr una práctica educativa inclusiva hacia el niño. "Crear culturas inclusivas tiene que ver con generar un entorno seguro, que acepta, colabora, estimula, teniendo en cuenta que todos son valiosos", decía Cecilia Boerr, directora del proyecto.
El proyecto busca generar espacios de intercambio de conocimientos a través de un trabajo personalizado e individualizado con la familia, de manera de darle a conocer las particularidades, la signosintomatología, las causas del trastorno del espectro autista y el abordaje que puede realizar en torno al niño.
Las actividades realizadas con la madre, la institución educativa y el área de salud, que llevan el tratamiento médico del niño, tienden a lograr la participación activa para la creación de variadas estrategias que minimicen las barreras de aprendizaje, juego y participación, y que promuevan al desarrollo de habilidades sociales y conductas adaptativas del infante.